Mostrando entradas con la etiqueta laberinto. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta laberinto. Mostrar todas las entradas
domingo, 22 de febrero de 2009
Laberinto II
En una de las noches que uno pasa en perdido, en una esquina del laberinto, mirando la estrellas, la cabeza puede dar más de mil vueltas y pensar cosas que a uno no se le ocurrirían en cien años de no verse en una situación como esta. En una de esas noches, pensé en que quizás, podría ser, que el laberinto cada vez fuera más grande, que alguien estuviera dedicándose a ampliarlo. Sin embargo otro pensamiento vino a rescatarme, y me dijo que si había alguien dispuesto a hacer tal cosa, podría que hubiera alguien dispuesto a sacarme, o que el propio ser que lo ampliara, se compadeciera de mí y me mostrara la salida.
miércoles, 18 de febrero de 2009
Laberinto

Deduzco que ustedes vieron un laberinto alguna vez, o saben lo que es. Los hay de muchos tipos, laberintos de setos, laberintos a lápiz o laberintos de la mente. Supongo que ustedes sabrán que hay muchos más, pero como a uno no le gusta dudar de los que amablemente leen, deduzco que también sabrán que soy un poco vago y no diré más tipos, porque el último es el que me vale. Sin embargo, no pierdan de vista el primero que es el que emplearé para hablarles aunque siempre me gustaron los de lápiz cuando eran pequeños y tengan en cuenta de lo que realmente hablo es de los últimos. No esperarían que algo de título laberinto fuera sencillo de leer.
La cosa es que me encuentro inmerso en uno,de los últimos, pero hablaré del primero. De repente un día, sin más, sin pensarlo, en esos momentos que harías cualquier cosa, cruce las puertas de aquel laberinto de setos. La entrada la presidían dos columnas de mármol puro, coronadas por unas esferas relucientes de color blanco. Una vez inmerso en él, todo verde ante mi mirada, y bajo mis pies tierra rojiza. Esa tierra, ha recogido mis lágrimas en los momentos de llanto, para convertirla en barro, los setos, han sido pasto de mi ira, en los momentos de ira, pero la esquiva salida se pierde entre ellos. Dicha ira no es por encontrar la salida, estoy extrañamente paciente en mi laberinto, sin prisa por encontrar el camino fuera.
El otro día encontré una placa en uno de los setos. En la placa rezaba: "Apresúrate viajero o el laberinto te vaciará por dentro".
Al que me conozca y al que no, esto me inquietó y ahora busco la salida sin descanso. Si alguien es tan amable de venir a buscarme, se lo agradeceré eternamente.
Y ahora estimado público, un poema que no viene al caso, pero que me apetece escribir:
"Perdido en el laberinto,
el laberinto de tus dedos,
dedos que provocan
y labios que asustan,
esos ojos que me atrapan
ese cuerpo que me enamora".
Suscribirse a:
Entradas (Atom)