"Y llegó el 24, 24 de Septiembre, para ser exactos. Una fecha más,la cual a nadie importa, quizás, a quien naciera en ella, pero seguro que es un grupo reducido. Es una fecha, sin más, a nadie le dice nada, ni siquiera a mí. Recuerdo, perfectamente sin embargo, el 24 de Agosto de cierto año, mi primer beso, el que siempre se recuerda. Y recuerdo, también el 24 de Octubre de aquel mismo año, en el que descubrí quién sería el amor de mi vida. Por mucho que me gustara el primer beso, exótico a la par que tierno y por mucho que rompa mi pecho el corazón por la mujer que me hechizó aquel 24 de Octubre, siempre pienso en el 24 de Septiembre. No es que piense todos los días del año, pero pienso en fechas importantes y me viene ella a la cabeza. No pasó nada. Absolutamente nada. Un día más. Pero lo que me preocupa es el vacío, el vacío que contuvo esa fecha, entre dos fechas sin igual. Lo que me preocupa es que mi vida se convierta en un 24 de Septiembre. Lo que quiero es que mi 24 de Octubre sepa que le necesito, para poder salir de este Septiembre. De momento esperaré, quizás Noviembre llegue antes este año y Octubre no suponga un dolor tan grande cuando lo arranquen."
Extracto de: La vida de un Calendario: "Dolor por un arranque de hojas".
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jueves, 24 de septiembre de 2009
Fechas
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domingo, 24 de mayo de 2009
Flores de otoño

Se quebrantan ramas en el interior, un bosque entero y, siento, un desasosiego, un viento, las hojas se caen. El otoño por dentro. Una flor se asoma, millones de hojas caídas y un riachuelo. En el riachuelo, un salmón, y en el salmón las ganas por remontar el río. Naranja, marrón y rojo. Me tumbo y espero. Todo tan horrible, todo tan hermoso, todo tan ruidoso, todo tan tranquilo. Tanta muerte y yo tan contento. Busco primaveras, y lo que de verdad quiero es no encontrarlas y que las hojas no crezcan y que las flores perezcan. Quiero quedarme tranquilo, quiero quitarme los zapatos, quiero quitarme el corazón y guardarlo en la corteza de aquel árbol. Deseo una sonrisa por dentro, nada por fuera, sentarme y no preocuparme, sentir las hojas con los pies, el viento con la cara y escuchar los latidos del corazón con eco.
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domingo, 8 de marzo de 2009
No pisen las nubes
Hoy les iba a hablar de mi pasión por las montañas, de mi amor desenfrenado por el Cid,y las relaciones que uno puede encontrar entre subirlo y lo que la gente llama vida.
Pero un extraña sucesión de acontecimientos me ha llevado a hablarles de las nubes. Y es que un día probé a caminar sobre ellas, mejor dicho entre ellas. Y la sensación fue espectacular. Aquella primera vez, fue una nube con olor a vainilla la que se ocupó de que mis pulmones levantaran al corazón y le animaran a cantar. Poco duró aquella nube en mi paseo, pero siempre ha ido y ha venido.
Desde entonces, me he encontrado de todo, hasta una tormenta que casi me mata y de la que costó salir.
El problema es que he vuelto a jugar con la nube de vainilla, y de repente me entraron temores de que una tormenta volviera no me di cuenta, no lo vi venir, que bajo mí las nubes no me sujetaban, y que caí sin paracaídas. Y que caí en un desierto. Y en los desiertos, te pierdes.
Pero un extraña sucesión de acontecimientos me ha llevado a hablarles de las nubes. Y es que un día probé a caminar sobre ellas, mejor dicho entre ellas. Y la sensación fue espectacular. Aquella primera vez, fue una nube con olor a vainilla la que se ocupó de que mis pulmones levantaran al corazón y le animaran a cantar. Poco duró aquella nube en mi paseo, pero siempre ha ido y ha venido.
Desde entonces, me he encontrado de todo, hasta una tormenta que casi me mata y de la que costó salir.
El problema es que he vuelto a jugar con la nube de vainilla, y de repente me entraron temores de que una tormenta volviera no me di cuenta, no lo vi venir, que bajo mí las nubes no me sujetaban, y que caí sin paracaídas. Y que caí en un desierto. Y en los desiertos, te pierdes.
miércoles, 25 de febrero de 2009
Un artículo revelador
"A las 8:14 Alfredo Alcornoque leyó el artículo una mañana mientras tomaba su café, vestido de traje en aquel bar. El artículo trataba de un revelador descubrimiento, las personas que duermen tapándose la mano con la cara, tienen el pezón izquierdo de un tamaño mayor que el derecho. Alfredo se lo creyó, o mas bien, pensó que habían argumentos, pruebas suficientes con grupos de control, y números, muchos números, ¿a quién no le conquista una estadística bien manipulada? Además, pensó, que nadie se atrevería a mentir sobre ello.
Alfredo Alcornoque se fue a trabajar, y trabajó, pero a las 10:13 el artículo se hizo heredero de su mente y pedía la abdicación del resto de pensamientos. El rayo que súbitamente le cruzó la mente fue angustioso, ¿dormía con la mano sobre la cara? Jamás se lo había preguntado, jamás se había fijado.
A las 18:12, nuestro amigo continuaba angustiado, desesperado por saber si dormía con la mano sobre la cabeza, que a las 20:11 abandonaba su rutina habitual para ir a casa y forzar el sueño. Su temor acrecentado de ser uno de los pobres hombres que cubrían su cara con la mano, provocó que a las 23:10 estuviera en la cama con su pijama y su gorro, y el cansancio que le había regalado la angustia del todo el día le hizo entregarse al más profundo sueño.
Despertó a las 00:09 con la horrorosa sorpresa de su mano, que le cubría la cara. Su mundo dio un vuelco, y su inquietante curiosidad por conocer el tamaño de sus pezones invitó al insomnio a su cama.
Se levantó de ella corriendo a las 6:08 para medirse los pezones. Alfredo, que era un hombre meticuloso, realizó 100 medidas con pie de rey del diámetro de cada uno de sus pezones. En 99 de las 100 medidas, su pezón derecho demostró ser mayor que el izquierdo. En una de ellas, el pezón izquierdo superaba al derecho.
Para Alfredo tuvieron que pasar muchos días, que fueron meses finalmente, para poder superar el hecho existente, de que su pezón izquierdo podría ser mayor que el derecho. Y en ello tuvo sus días, en superar la angustia que ello le producía".
Extracto de "La vida normal de Alfredo Alcornoque Pérez"
Alfredo Alcornoque se fue a trabajar, y trabajó, pero a las 10:13 el artículo se hizo heredero de su mente y pedía la abdicación del resto de pensamientos. El rayo que súbitamente le cruzó la mente fue angustioso, ¿dormía con la mano sobre la cara? Jamás se lo había preguntado, jamás se había fijado.
A las 18:12, nuestro amigo continuaba angustiado, desesperado por saber si dormía con la mano sobre la cabeza, que a las 20:11 abandonaba su rutina habitual para ir a casa y forzar el sueño. Su temor acrecentado de ser uno de los pobres hombres que cubrían su cara con la mano, provocó que a las 23:10 estuviera en la cama con su pijama y su gorro, y el cansancio que le había regalado la angustia del todo el día le hizo entregarse al más profundo sueño.
Despertó a las 00:09 con la horrorosa sorpresa de su mano, que le cubría la cara. Su mundo dio un vuelco, y su inquietante curiosidad por conocer el tamaño de sus pezones invitó al insomnio a su cama.
Se levantó de ella corriendo a las 6:08 para medirse los pezones. Alfredo, que era un hombre meticuloso, realizó 100 medidas con pie de rey del diámetro de cada uno de sus pezones. En 99 de las 100 medidas, su pezón derecho demostró ser mayor que el izquierdo. En una de ellas, el pezón izquierdo superaba al derecho.
Para Alfredo tuvieron que pasar muchos días, que fueron meses finalmente, para poder superar el hecho existente, de que su pezón izquierdo podría ser mayor que el derecho. Y en ello tuvo sus días, en superar la angustia que ello le producía".
Extracto de "La vida normal de Alfredo Alcornoque Pérez"
domingo, 22 de febrero de 2009
Laberinto II
En una de las noches que uno pasa en perdido, en una esquina del laberinto, mirando la estrellas, la cabeza puede dar más de mil vueltas y pensar cosas que a uno no se le ocurrirían en cien años de no verse en una situación como esta. En una de esas noches, pensé en que quizás, podría ser, que el laberinto cada vez fuera más grande, que alguien estuviera dedicándose a ampliarlo. Sin embargo otro pensamiento vino a rescatarme, y me dijo que si había alguien dispuesto a hacer tal cosa, podría que hubiera alguien dispuesto a sacarme, o que el propio ser que lo ampliara, se compadeciera de mí y me mostrara la salida.
miércoles, 18 de febrero de 2009
Laberinto

Deduzco que ustedes vieron un laberinto alguna vez, o saben lo que es. Los hay de muchos tipos, laberintos de setos, laberintos a lápiz o laberintos de la mente. Supongo que ustedes sabrán que hay muchos más, pero como a uno no le gusta dudar de los que amablemente leen, deduzco que también sabrán que soy un poco vago y no diré más tipos, porque el último es el que me vale. Sin embargo, no pierdan de vista el primero que es el que emplearé para hablarles aunque siempre me gustaron los de lápiz cuando eran pequeños y tengan en cuenta de lo que realmente hablo es de los últimos. No esperarían que algo de título laberinto fuera sencillo de leer.
La cosa es que me encuentro inmerso en uno,de los últimos, pero hablaré del primero. De repente un día, sin más, sin pensarlo, en esos momentos que harías cualquier cosa, cruce las puertas de aquel laberinto de setos. La entrada la presidían dos columnas de mármol puro, coronadas por unas esferas relucientes de color blanco. Una vez inmerso en él, todo verde ante mi mirada, y bajo mis pies tierra rojiza. Esa tierra, ha recogido mis lágrimas en los momentos de llanto, para convertirla en barro, los setos, han sido pasto de mi ira, en los momentos de ira, pero la esquiva salida se pierde entre ellos. Dicha ira no es por encontrar la salida, estoy extrañamente paciente en mi laberinto, sin prisa por encontrar el camino fuera.
El otro día encontré una placa en uno de los setos. En la placa rezaba: "Apresúrate viajero o el laberinto te vaciará por dentro".
Al que me conozca y al que no, esto me inquietó y ahora busco la salida sin descanso. Si alguien es tan amable de venir a buscarme, se lo agradeceré eternamente.
Y ahora estimado público, un poema que no viene al caso, pero que me apetece escribir:
"Perdido en el laberinto,
el laberinto de tus dedos,
dedos que provocan
y labios que asustan,
esos ojos que me atrapan
ese cuerpo que me enamora".
lunes, 2 de febrero de 2009
Una noche más...
Una noche más, estudiando, a la luz del flexo, con los auriculares escuchando música. De repente, la música cesa lentamente, mientras la luz irradiada por el flexo disminuye. La cinta de la persiana se rompe, cae de golpe, y, en la oscuridad que se ve ahora sumida la habitación, se abre la puerta con fuerza, con un estruendo. Al otro lado una luz muy potente dibuja una figura encapuchada, a la que no puedo ver la car,a y de cuyas ropas emana viento y un olor hasta ahora para mí desconocidos. La figura se acerca lentamente hacia mí, alza su mano y me da la colleja más certera que me hayan dado nunca.
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domingo, 25 de enero de 2009
Y hasta aquí...

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