domingo, 18 de octubre de 2009

A las 2:07

Nunca había sido dueño de su sueño, de hecho, siempre odió dormir, pero le sobrevino una intensa preocupación la séptima noche que sus ojos se abrieron a las 2:07 de la madrugada. Obseso por el tiempo, lo primero que podía ver al abrir los ojos, era la hora que mostraba el reloj que tenía colgado del techo y desde hacía siete noches, veía la misma hora, hora que comprobaba siempre con la docena de relojes de bolsillo que en su mesita conservaba, temiendo que el anticuado reloj se hubiera cansado de funcionar.
Aquella noche no lo comprobó, no se movió ni un centímetro y con los ojos recorrió la estancia. Su habitación, iluminada con la pálida luz de la luna que se escurría por el alargado ventanal apenas dejaba intuir los dos inmensos cuadros en las paredes y la chimenea apagada. Decidió moverse, decidió levantarse y salió de la inmensa cama. Desde sus pies partió un intenso escalofrío, al contacto de los mismos con el suelo, que le hizo estremecerse. Se puso las zapatillas y su bata, cogió la pipa y se asomó por la ventana. Nada, no había nada ni nadie y la intensa niebla sólo permitía un pequeño tramo de la calle donde vivía y de la calle perpendicular, que se encontraba justo con su casa. En una de las esquinas había un bar, cerrado ya a aquellas horas, y en la opuesta, la barbería donde solía afeitarse.
Presionó el tabaco, y mientras encendía una cerilla oyó algo. Pasos en la calle. Por la derecha de la ventana, de entre la niebla, apareció una pálida muchacha, descalza y medio desnuda corriendo. Iba envuelta en una especie de túnica y podía ver uno de sus pechos al descubierto botar al ritmo de su carrera. Su rizado cabello dorado fue lo último en desaparece con ella en la niebla de nuevo, por la parte izquierda de la ventana.
Todavía con ojos de perplejidad y aspirando fuertemente de su pipa, apareció un perro, en sentido totalmente opuesto al que llevaba la dama, perseguido por un niño, descalzo también, pero moreno, o sucio, y con una tremenda sonrisa en la boca.
Cuando ya hubieron desaparecido, y en lugar de risas y ladridos sólo escuchaba el crepitar del tabaco, pudo ver una sombra tambaleándose entre la niebla, por la calle perpendicular. Un señor con capa y sombrero de copa.
Continuará...

jueves, 24 de septiembre de 2009

Fechas

"Y llegó el 24, 24 de Septiembre, para ser exactos. Una fecha más,la cual a nadie importa, quizás, a quien naciera en ella, pero seguro que es un grupo reducido. Es una fecha, sin más, a nadie le dice nada, ni siquiera a mí. Recuerdo, perfectamente sin embargo, el 24 de Agosto de cierto año, mi primer beso, el que siempre se recuerda. Y recuerdo, también el 24 de Octubre de aquel mismo año, en el que descubrí quién sería el amor de mi vida. Por mucho que me gustara el primer beso, exótico a la par que tierno y por mucho que rompa mi pecho el corazón por la mujer que me hechizó aquel 24 de Octubre, siempre pienso en el 24 de Septiembre. No es que piense todos los días del año, pero pienso en fechas importantes y me viene ella a la cabeza. No pasó nada. Absolutamente nada. Un día más. Pero lo que me preocupa es el vacío, el vacío que contuvo esa fecha, entre dos fechas sin igual. Lo que me preocupa es que mi vida se convierta en un 24 de Septiembre. Lo que quiero es que mi 24 de Octubre sepa que le necesito, para poder salir de este Septiembre. De momento esperaré, quizás Noviembre llegue antes este año y Octubre no suponga un dolor tan grande cuando lo arranquen."

Extracto de: La vida de un Calendario: "Dolor por un arranque de hojas".

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Mi primer libro

Pues sí, he decidido publicar mi primer libro, con recopilaciones de lo que aquí habéis visto, lo he maquetado con la ayuda de Jayto, pero lo he cortado, montado, tapas yo solito. Sólo he hecho un ejemplar, y no lo he vendido, lo he regalado, así que vaya publicación, ¿eh? pero bueno, a mí me ha hecho mucha ilusión hacerlo, así que os dejo algunas fotos del montaje, y de cómo ha quedado. Para ampliar las imágenes sólo hay que pulsar sobre ellas.



Mi mesa para cortar.





Las primeras hojas cortadas...




Portada interior.




El exterior.




El interior




Aspecto final de la portada. Bueno, si alguien quiere una copia del ejemplar, que me lo diga, y quizás si tiene suerte, y con un poco de dinero, (las horas las presupuesto como ingeniero) quizás lo tenga.
Espero que os guste.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Las Clavíneas y su efecto.

"Lo siento... pero es que no podía esperar. Hace dos noches subí al Cid. A mí no me importa subir de noche, puedo andar sus sendas de memoria, podría subir hasta con los ojos cerrados y conozco tan bien sus tupidos lomos, que no me costó casi nada encontrar las Clavíneas. Muy poca gente las conoce, lo mejor que tenemos en el Valle y casi nadie lo conoce, son unas pequeñas flores, blancas y con forma de campanita que brillan de una a la luz de la luna en verano. Como te dije no me costó casi nada encontrarlas y arrancarlas tampoco, no te creas que todo el mundo puede cogerlas ¿eh?, hay que decírles para qué las vas a usar, por eso, en cuanto les dije que era para hacer el hechizo, se desprendieron suavemente del suelo. ¡No me digas que tampoco conoces el hechizo! Desde luego, se puede vivir tanto tiempo en este Valle y conocer tan pocas cosas... ¡esto es mucho mejor de lo que te piensas! Es un hechizo de amor, y... ¡de los más efectivos! Lo que hay que hacer es subir la noche siguiente a la de conseguir las Clavíneas a Bolón, por la parte difícil y con una cacerola. Cuando estás en la cima y mientras el valle brilla, prendes un fuego y calientas agua hasta que hierve, entonces, echas las Clavíneas que se deshacen y empiezan a crear un caldo de mil colores, muy brillantes, hasta que se queda del todo blanco. Debes de beber un trago en ese momento, y darle todo al día siguiente a la persona que quieres conquistar. ¿Que por qué te cuento esto? ¡Fuiste tú la que me preguntaste por qué insistí tanto en invitarte a una horchata!"

Pequeña tontería de noche en vela :-3, perdón por actualizar tan poco a poco :).

FOTO: Ravel

lunes, 27 de julio de 2009

Alfredo Capirote en el bosque


"Lo siento pero es que me pareces un personaje de ciencia ficción, quiero decir, de fantasía, sí, de fantasía más bien, porque cuando te veo, al instante estoy en un bosque, en un bosque de los de árboles grandes y retorcidos. Tus orejas tienen punta, ¿lo sabías?, eres el hada más bonita que he visto nunca y por donde pisas salen florecillas. Hueles muy bien, hasta veo faunos que tocan hermosas melodías al tenerte cerca. Sí, ya sé que los faunos dan un poco de mal rollo, pero con otra gente veo cosas peores, ¿eh? no te asustes... pero es que me haces volar, basta con que digas un par de palabras bonitas. ¿Sabes cómo acerté con las flores? Me lo dijeron unos duendecillos que viven contigo en el bosque, ¿loco?, espera no, igual sí que estoy un poco loco, ¿he dicho un poco?, ¡un mucho! y en parte es por ti, que sí, por ti, no, no, no te vayas, sólo te pido que te quedes cerca de mí, me gusta este bosque, te prometo que no tocaré nada y que no hablaré con los duendecillos, aunque les iba a preguntar por tu color favorito..."

El torpe de Alfredo Capirote, el hombre que le hacía fotos a los chicles del suelo, enamorándose.

martes, 21 de julio de 2009

La isla suelta. Capítulo 1. La cabeza rota II

No dijo nada, tan sólo se vio salir a una tímida lágrima de sus ojos que a su paso fue recogiendo la ceniza que manchaba su cara. No dejaba de mirarla, su tragedia era mi tragedia, sin duda y su aparencia la reflejaba con total perfección. Su preciosa cara me hizo recordar el día que la conocí, era muy hermosa, mucho más que ahora, sin suciedad, sin tristeza en sus ojos y sin duda alguna, sin haberme conocido, pero entonces aparecí. Cuando la ví por primera vez, junto a su amiga, Debra, prácticamente ni la miré. Me enamoré locamente de Debra, porque yo soy así, aunque ese enamoramiento duró muy poco, nada en realidad, unos días, porque, yo soy así. Cuando lo de Debra pasó, empecé a fijarme en ella, me maravilló su piel, sus ojos negros, oscuros como la noche, pero sobre todo sus labios, porque la primera vez que reparé en ellos, sentí una punzada en la nuca y un hormigueo por toda la cabeza, como cuando sientes que la has cagado.
Como ya dije, yo pienso rápido, demasiado y ví nuestro amor demasiado rápido también, demasiado, tanto que casi la asusté y estuvo a punto de huir de mí, pero yo, insistente en mi meta, conseguí conquistarla y me costó mucho, muchísimo tanto que casi me cuesta la vida, porque desesperado, ya no sabía qué hacer ni qué decir, y yo que siempre era capaz de solucionarlo todo me sentía pequeño, inútil, al no poder lograrlo y me atormentaba.
Flores, ésa fue la solución, millones de flores de jazmín formando un te quiero en una tela de fieltro que compré y que con cierta habilidad colgué muy cerca de su ventana durante la noche, el olor a jazmín entró por su ventana y le hizo despertarse y ver mi obra.
Ciento treinta y siete días, ventitres horas, cuarenta y siete minutos y un segundo tardé en conquistarla, lo gracioso, lo divertido del caso es que había jurado que el día ciento treinta y ocho abandonaría, lo gracioso también, es que lo había probado todo, desde fuegos artificiales hasta un burro que silbaba, y sin embargo, la tontería más grande del mundo, flores en una tela de fieltro fue cómo lo conseguí. Y lo peor, lo peor de todo es que nunca sabré por qué.

domingo, 19 de julio de 2009

La isla suelta. Capítulo 1. La cabeza rota

-¿Puedes levantarte?- preguntó, mientras vertía su sucia y desdentada sonrisa sobre la dantesca escena.
Me encontraba en el suelo y de mi cabeza emanaba un diminuto riachuelo de sangre, suficiente para haber creado un pequeño charco, en aquel largo paseo marítimo. Las tenues luces iluminaban la escarpada costa donde se encontraba el paseo y formaban una extensa hilera que se perdía en el horizonte. Me levanté sujetándome a la barandilla y me apoyé en él para caminar, por mucho que me jodiese que un viejo me ayudara. Cogido a su brazo caminamos dirección a casa y en todo el camino no cesó de reírse, sin decir ni tan sólo una palabra por fortuna mía, era un señor muy mayor ya, el poco pelo blanco que le quedaba formaba remolinos en su cabeza y su piel oscura se plegaba en su cara por todos rincones. Cuando llegamos a casa, subió corriendo a su habitación, como si fuese un chaval, y yo fui a curarme mi herida, cambar mi ropa y cuando acabé me senté a la mesa.
Nicole parecía mucho más vieja de lo que era, y seguramente, la culpa era mía. Su desgreñado pelo y aquel viejo delantal también eran culpables de su prematura vejez, aunque su piel luchara contra ello manteniéndose lo más firme que podía. A mí me encantaba su piel, que excepto en sus manos, por todo aquel trabajo que hacía, era suave, tersa y morena y desprendía el olor más delicioso que jamás había sentido.
En la calle hacía mucho frío, pero ella, había preparado un fuego en la cocina, donde me calentaba un caldo, que más tarde vertió en un cuenco y lo depositó delante de mí en la mesa. Se sentó frente a mí en la mesa y me ofreció una cuchara. Empecé a tomar la sopa con celeridad, llevaba bastante tiempo sin comer; yo no comía mucho, me aburría.
Su expresión indicaba cansancio, sus ojos les pesaban tanto que parecía que se lanzaban hacia sus labios, secos, agrietados, que llevaba tiempo sin besar. Aquella mujer había prometido amarme toda su vida, y parecía estar arrepintiéndose por completo. Con una voz que transmitía una gran indiferencia y con sus brillantes ojos a punto de escupir lágrimas de tristeza dijo:
-Papá me ha dicho que te ha encontrado en el paseo, te subiste a la barandilla y te dejaste caer de espaldas.
Yo no recordaba nada de ello, a excepción del viejo loco ayudándome, sin embargo me pareció un acto muy propio de mí. Me encogí de hombros y seguí comiendo.
-Estás siempre igual.
Insistía en hablarme, no entendía el por qué, pero lo hacía, así que quise esforzarme, para ser justo y abrí la boca, y no para comer, y le dije:
-Sabes perfectamente por qué lo hago.
-Tú y tu estúpida idiotez de intentar volverte más tonto-dijo mirándome a los ojos- y de lo que no te das cuenta es que eres gilipoyas perdido.
Su voz no se alteraba nada, parecía que ya se había acostumbrado a lo que ella había llamado, una extravagancia de genio al principio, y una idiotez de loco, después de haberlo intentado más de cien veces.
-Lo que no sé es cómo no lo has conseguido ya, eso o matarte, pero me parece que no vales ni para conseguir abrirte la cabeza.
Estaba claro a lo que se refería y parecía que iba a volver a llover un torrente de razones que ella argumentaba para intentar hacerme trabajar, trabajar en cualquier cosa, como si yo pudiese hacer cualquier cosa.
-No me entiendes- le dije- y antes, al menos lo intentabas. Pero es que mi mente, no funciona como la de los demás. Y aunque no me creas, no me siento orgulloso de ello. Nunca has estado dentro de mi cabeza, y la verdad, no te lo recomiendo. Pienso demasiado, y demasiado rápido, y por ello sufro y también es demasiado. Siento ser egoísta, no te odio, te quiero más que a nada en el mundo, pero tengo que sacarme ciertas cosas de la cabeza y si tiene que ser a base de golpes, así será. Y si muero, descansaré yo y descansarás tú. Y pienso, y pienso, y pienso tanto, tanto, y en parte es en ti, en tú piel, que está grabada a fuego en mis ojos y en un pedazo de tu sonrisa que tengo guardada en mi corazón y que no he vuelto a ver dibujada en tu cara. No seas infeliz, déjame eso a mí, que se me da bien.

Continuará.

martes, 7 de julio de 2009

Arena

Pues el otro día, estuve en la playa, de noche, con la vista más bonita del mundo delante de mí y el agua corriendo entre mis pies. Sentado en la orilla miraba el faro, que marcaba el ritmo de una sinfonía que nadie escuchaba, excepto yo, o eso quería creer. De pronto, un señor desnudo y con una importante barriga, se sentó a mi lado, hizo hueco con su culo y cogiendo algo de arena con sus manos, me dijo:
-¿Tú sabes quién se solía sentar ahí?
Y yo que había perdido los párpados después de verlo venir y sentarse, no contesté.
-Todas las noches, se sentaba ahí, un tipo que convertía todo lo que tocaba en arena, menos el agua y la propia arena, así que, pasaba su vida en la playa, haciendo esculturas y agujeros, los más grandes que jamás yo haya visto. Se sentaba ahí todas las noches y veía el ligero balanceo de una boya, que estaba lejos, muy lejos. Su vida transcurria tranquila, hasta aquella noche, aquella noche en la que apareció ella. Iba con un bonito vestido de playa y descalza, vestido que se quitó, dejó sus cosas en la arena y se tiró al mar, y nadó y nadó hasta la lejana boya. La chica se quedó allí, en la inmensa boya, observándole hasta que amaneció y volvió nadando a la orilla. Esto se repitió durante más de una semana, hasta que de pronto, un día, la chica le invitó a unirse, tendiéndole la mano. Él que no quería tocarla, le ignoró y de nuevo pasó una semana de la misma forma, sin embargo, algo iba cambiándo dentro de él, su deseo por acompañarla y su deseo por tocarla, aunque tan sólo fuese su mano.
Una noche llegó la chica, y él no estaba. A la noche siguiente, la chica llegó y el chico le esperaba con una barca, le dijo que le acompañaría a la boya, pero que debía ser en aquella barca, "¿Estás tonto? ¡Es una barca de arena! ¡Se deshará en cuanto toque el agua!" le dijo, dejando al chico con su barca y remos de arena, y esperándole en la boya. El chico no pudo más, y se lanzó al mar, nadó y nadó hacia la boya y la tragedia llegó. Exhausto, no podía apoyarse en la boya, no debía, y cada vez podía sustentarse menos, la chica le gritaba que se sujetase, le preguntaba que qué hacía, y ella no entendía nada, cuando no pudo más, empezó a hundirse, y la chica se lanzó a por él, a cogerlo. La chica se convirtió en barro, se deshizo y se hundió, como la boya, donde trató de sujetarse, para al fin tener que dejarse flotar, y dejar que la marea le llevará a la orilla. Llorando, cubrió las ropas de la chica de arena e imitó su forma con la arena encima de ellas, debatiéndose, rompiéndose por dentro, por el dolor de su muerte y por el placer de su tacto, que no duró más que un segundo, pero suficiente para ser lo mejor que jamás había sentido.
-Eso es muy trágico, por suerte, será una leyenda ¿no crees?- le dije.
-Lo que yo crea no importa- dijo levantándose con el culo lleno de arena.
-¿Por qué vas desnudo?-le solté sin más.
-Porque cuando conviertes las cosas en arena, tampoco puedes llevar ropa-y se fue caminando hacia el faro.

Día 1: La noche que hubieron dos lunas llenas I

"Sufro el desgarro más hiriente cada noche, yo, que imagino, imágenes nítidas, realidades perfectas, a medida, donde disfruto de besos y caricias, de éxito, de aire bajo mis pies o incluso de un mar rojo, lo sufro cuando abro los ojos sin parar por el calor, los insectos y mi cuarto, mi cuarto cada vez más vacío, como todo, porque el vacío tiende a llenar. Me muevo pero no pienso, una luz roja y el silencio que pese a ser un buen compañero de cama, a veces me insulta y me hace gritar. El gesto se repite y vuelta a empezar, una y otra vez, hasta que me dejo llevar a un lugar donde nada importa.
Y en aquel lugar estuve, hasta que entró aquel gato, aquel gato negro que con con sus ojos amarillentos y brillantes miraba desde el escritorio. Había entrado por la ventana, y se había ido a recostar sobre mis partituras, en las que había trabajado toda la tarde, hasta el atardecer, aquel atardecer que había perdido. El gato auguraba que aquella noche la perdería también." - M.O.

domingo, 5 de julio de 2009

O no

Que también puede ser, no cerramos, por el momento, he arreglado algunas cosillas que no me gustaban, y por el momento me quedo por aquí, después de mucho darle vueltas... ¡Seguimos!

viernes, 3 de julio de 2009

Cerramos



Cerramos, y no por vacaciones, por un tiempo indefinido, este blog se ha acabado, no para siempre, pero sí aquí y con este aspecto, pronto os avisaré de dónde estará el nuevo blog, ha sido un placer teneros como lectores, espero que lo que estoy preparando os guste tanto o más que lo que ya hacía :)

miércoles, 24 de junio de 2009

Noche de San Juan



Quería conquistaros con unas letras mágicas en esta noche, pero después de varios intentos, pude darme cuenta de que no podría competir con una noche así. Aunque no creas en nada, aunque la magia te parezca una tontería, déjate llevar y piensa que todo es posible, una noche, por lo menos y sorpréndete a ti mismo encendiendo una vela, pidiendo un deseo, bañándote en el mar, haz lo que quieras, por una noche, piensa que hasta los duendes existen y pídeles, pídeles lo que quieras y acuéstate con una sonrisa en la cara y deja que tus sueños hagan el resto.
Os recuerdo que este Blog lo leen muchos duendes, ¿algún deseo?

lunes, 22 de junio de 2009

Calla

Tan bonitos los ojos
que están cubiertos por el cielo
tan bonitos tus labios
bendecidos por un cáliz de fuego
tan bonitos los versos
del poeta que muere callado.

Y tan bendita tu suerte
de ser amada, de ser amada
amante que hasta la muerte
reza, pide, ruega y reclama.

Tan lejos está tu alma
y por esto muere el poeta
tan poca noche calma
y tanta noche en vela.

Y tan maldita su suerte
poeta que muere, yace
poeta muerto por no verte
corazón que ya no late.

Fer

El día más largo...

...y la noche más corta. Es lo que acabamos de vivir. ¿Y qué hay de malo en que las noches sean más largas, si es cuando se sueña?. La maldita manía que tenemos de acercarnos un poquito al sol, supongo que es herencia de los antepasados, para que recordemos que no todo son sueños y que, a veces, nos podemos quemar, como Ícaro. Yo pienso mucho en Ícaro, y en Platón, sobre todo en Platón, pero a quién más tengo presente es a Niestzche, pero eso es desviarme del tema. El Sol, que sale del mar secándose con una toalla, es un amante peligroso, te da lo que necesitas para vivir, pero si te acercas mucho, si lo miras mucho, si te mira mucho, puede matarte. La Luna sin embargo, siempre calladita.

jueves, 18 de junio de 2009

Cocos en Artuba



Os voy a contar cómo conocí a aquel hombre que vivía de cocos.
Cuando llegué a la Isla de Artuba, donde el verano es permanente, en el momento que puse el pie en tierra, se acercó él, con medio coco en cada mano y me dijo:
-¿Te hace un coco, Jano?
-No me llamo Jano-le dije.
-¡Yo tampoco!
Me dio el medio coco y empezó a reírse, y yo empecé a pensar que no debía estar muy bien de la cabeza y que, en una isla tan grande, vaya mi suerte, la de encontrarme con el loco de la isla.
-¿Te gusta el verano, Jano?
-¡Que no me llamo Jano!
-¡Y yo tampoco!, pero dime, ¿te gusta el verano Jano?
A lo que yo, que había ido a la isla a vender mi colección de miniaturas de monumentos hechos con palillos pegados con cariño a un señor que le había interesado, y pensaba pasar un tiempo allí por tener algo de descanso, las maquetas de palillos son más cansadas de lo que creéis, no porque el verano me gustara.
-La verdad es que no, no mucho.
-Pues mira Jano, haz todo lo que hayas venido a hacer a la isla, y después búscame en el cocotero más alto de la isla, que te estaré esperando.
Y salió corriendo con sus pies descalzos.
Una vez había cobrado aquella inmensa suma de dinero por mi grandioso trabajo, y habiéndome acomodado en la cabaña que tenía por hotel, fui a buscar a aquel hombre.
Caminé hacia la playa, que por lo que pude ver, era la zona donde los cocoteros eran más altos, y al cruzarme con un señor inmenso, le quise preguntar.
-Perdona, busco a un tipo que llama a todo el mundo Jano.
Me dió una sonora bofetada y dijo:
-¡Ni se te ocurra volver a llamarme Jano!
Yo, que tenía la cabeza más pequeña que su mano y acababa de perder con la bofetada las dos muelas del juicio que me quedaban, le pregunté:
-¿Y qué coño es un Jano?
Me dio otro bofetón y dijo:
-¡Una mierda como la palma de mi mano!- y siguió su camino.
Dándome cuenta del tamaño de la mierda que suponía un Jano, y desesperándome por estar en aquella isla de locos, aunque con un gran gusto por el arte de los palillos, seguí buscando a aquel estúpido tipo.
Fue fácil encontrar el cocotero más alto, me acerqué a él y no vi a nadie, sin embargo oí desde arriba:
-¡Jano! ¡Aquí!
Y cuando miré, me dio un coco en toda la cabeza y caí desmayado.
Desperté de pie, con el mar por la cintura, desnudo y con una orilla llena de chicas a mis espaldas, me giré con cuidado de no descubrirme y en la orilla también estaba aquel inútil.
-¿Qué coño has hecho?- le dije.
-¡Vas a aprender a disfrutar del verano! Estoy seguro de que no saldrás de ahí hasta la noche, y podrás disfrutar del aire, del mar, de sus peces de colores, del hermoso atardecer y de estas hermosas chicas que estarán bien atentas por si se te ocurre salir.
Y fue por aquel tipo, que aprendí a pensármelo antes de decir que no a algo y a querer, a la fuerza, al verano.

miércoles, 17 de junio de 2009

Un atardecer que no acaba

-Lo que me preocupa, lo que realmente me preocupa es la soledad del alma, y las almas que se pierden, como la mía.
-Tu alma se ha perdido, pero no está sola, hay más almas hechas de lo mismo que la tuya y que son prácticamente iguales, quizás no las encuentres por mucho que viajes, pero sin duda están ahí, y tu alma no está sola, debes de olvidarte de que tu alma es única y dejar de atormentarte.
Y tras decir esto, cogió una naranja, se la comió entera, dejó el cesto allí y se marchó.

martes, 9 de junio de 2009

Y un atardecer....

...en Junio, en uno de aquellos magníficos viajes, para los que mi madre no me trajo al mundo, que visité las playas del Mar de Saki, y me senté a los pies de uno de aquellos árboles que daba limones de chocolate a ver como el sol se hundía en sus aguas. Y mientras allí sentado me encontraba, una figura se acercó y decidí no mirar y seguir pensando en qué le habría llevado al sol a meterse en el mar. Cuando estuvo cerca, dejó en el suelo una cesta, una cesta llena de naranjas, y aquello fue lo único que vi, pues mientras aquel ser se sentaba junto a mí, yo volvía la mirada de las naranjas al sol. Poco tardó en abrir la boca y descubrir su voz de mujer, que con un arranque de indómita inteligencia decidió decir:
- No te preocupes, no se moja.
Y con una entera convicción por no quedarse en las puertas de mi mente y adentrarse en el manglar que forman mis pensamientos, continuó rompiendo el silencio:
-¿Qué te preocupa?
Y dudando, de que aquella persona hubiera adivinado con tal celeridad, que si viajo es para pensar, y si pienso es porque algo me preocupa, decidí contestarle:
-Me preocupan tus naranjas, y lo que dentro contienen, porque este árbol concede limones, pero por dentro están rellenos de chocolate.
-¿Por qué no pruebas una?
Seleccioné una del montón, y la mordí y al atravesar su piel, el intenso sabor del hierro, y un engranaje que de ella asomaba hizo que escupiera lo mordido.
-¿Y qué es lo que tu curiosidad- dijo- además de hacerte morder engranajes y chocolate, hizo que te preocupe?

Continuará...

Noche de Junio que llama

Perdóneme la poesía.

Fueron tus letras las que me sedujeron,
fueron tus miradas las que me encarcelaron
y tus sonrisas,tus sonrisas las que me quemaron.

Pude verte y no quise,
quiero verte y no puedo
quiero hablarte y no sé,
y por no saber no sé ni amarte.

Pero por rogar, pido, deseo
que las rosas florezcan,
y las mariquitas vengan
y las mariquitas se queden.

Y si el violeta nos cubre, llámame
y si la noche te aburre, acuérdate
porque allí estaré,
porque aquí te esperaré.

domingo, 24 de mayo de 2009

Flores de otoño


Se quebrantan ramas en el interior, un bosque entero y, siento, un desasosiego, un viento, las hojas se caen. El otoño por dentro. Una flor se asoma, millones de hojas caídas y un riachuelo. En el riachuelo, un salmón, y en el salmón las ganas por remontar el río. Naranja, marrón y rojo. Me tumbo y espero. Todo tan horrible, todo tan hermoso, todo tan ruidoso, todo tan tranquilo. Tanta muerte y yo tan contento. Busco primaveras, y lo que de verdad quiero es no encontrarlas y que las hojas no crezcan y que las flores perezcan. Quiero quedarme tranquilo, quiero quitarme los zapatos, quiero quitarme el corazón y guardarlo en la corteza de aquel árbol. Deseo una sonrisa por dentro, nada por fuera, sentarme y no preocuparme, sentir las hojas con los pies, el viento con la cara y escuchar los latidos del corazón con eco.

jueves, 21 de mayo de 2009

Borradores

Les voy a confesar mis borradores, letras que no se continuarán, o que algún día se dignen a hacerlo. Espero que algo les guste. Disculpen la ausencia, mente de reformas.

"He vivido en una casa en la que siempre me ha rodeado el misticismo, cuando era pequeño me tomaban mucho mal de ojo, cómo se sabía y cómo se comprobaba..."

"Tengo las cosas de un caballero inglés, soy puntual, me gustan los bombines, me quedan de vicio los trajes y las corbatas y siempre llevo un paraguas cuando hace falta..."

"La princesa despertó entre sus sábanas de seda. El cielo azul contrastaba con el blanco de las calles en la mañana de diciembre. Su ventana daba a una plaza nevada donde la gente huía del frío como si les persiguiera. San Petersburgo no era un buen sitio para pasar el invierno y lo pasaba en gran parte en el claustro de aquella habitación. Habitacón que había sido testigo de aquellas largas tardes en las que se sentaba a leer junto a la chimenea, esperando a que algo como lo sucedido en sus libros, finalmente le ocurriera..."

"Oí una vez que cuando alguien nace en un sitio fuera de lo común, le deja una marca en su vida. Ya lo decía mi abuela, que aquello de que yo naciera en un tren, no me traería nada bueno. Y así fue, me paso la puta vida viajando y soy lo que se conoce como un "culo inquieto", y la idea de trabajar en un país donde todos fueran más bajos que yo, me sedujo desde el primer momento. Así que maleta en mano estaba en un tren de nuevo, como la primera vez que estuve en este mundo..."

"Me encanta la montaña. Incluso estoy enamorado de una y creo que me corresponde. Lo bueno de ella es no que nunca sabré si lo hace o no. Yo pensaré que sí, por lo bien que me siento cuando estoy en ella, y porque los árboles se estremecen a mi paso.
También me gustan las analogías y adoro no explicar cual es el segundo concepto en ellas.
Para mí existe una clara analogía con un segundo concepto, del que no voy a decir nada, con el subir a mi querida montaña..."

"Y fue en una de estas que, encontrándome yo tumbado en el Generalife, en una noche rasa y mirando a aquel palacio, donde los sultanes se recreaban, que apareció ella por una..."

"El destino le había abandonado, se sentía solo e iracundo y, no obstante, estaba obcecado con el seguir viviendo. Y era para los quince minutos que se dedicaba por lo que vivía. Quince minutos en los que permitía a su mente volar, y aterrizar suavemente en orillas blancas con atardeceres infinitos y palmeras que ofrecían sus cuerpos. Disfrutaba de aquellos momentos en el camino de vuelta a casa y lograr al mismo tiempo obviar al mundo. Dichos momentos se acabaron, la trágica tarde en que, buceando en sus pensamientos, se puso en el camino de alguien y ocurrió la desgracia.
-Discúlpeme señorita.
-Discúlpeme caballerito.
Aquellas desafíantes palabras envenenaron la flecha que fue su mirada, que inició un incendio en sus pupilas y que se extendió..."

"La lentitud del tiempo al pasar. El paciente tic tac del reloj, un gato maullando y el café hecho. La soledad en un rincón y tu ropa en mi cajón. Me abrazas y te abrazo, me miras y te miro y te huelo. El sol se asoma y el suelo está frío. Estamos descalzos y la torre se ve a lo lejos. Encantado de que me tengas..."

"Recuerdo que cuando viajaba con aquel maravilloso señor, sí aquel maravilloso señor que conocí en el metro, todo me sorprendía. Cuando lo conocí no lo ví, pero me senté a su lado, y él sí me vió. Y en mitad del trayecto entre estaciones, el metro se detuvo, la gente se paralizó y las luces se apagaron. Y sólo le ví a él que me dijo:
-¿Te bajas aquí conmigo?
Jamás señores, y se los digo de verdad, le he sabido decir que no a un señor con barba. Y aquel hombre tenía una, y bien larga. Cubría su cabeza con un sombrero de los que siempre me han gustado y vestía de una manera muy elegante, y con tonos oscuros. Su bastón tenía un cristal como empuñadura, y sus zapatos estaban tan lustrados que podía reflejarme en ellos.
Se levantó y le seguí. Nos bajamos del vagón y el metro se marchó, y el señor con un gesto de bastón creó una brecha en la pared que permitía el acceso a un túnel que parecía no tener fin.
-Espero que no pienses que soy Belcebú y que te llevo conmigo al infierno- dijo riéndose.
-Belcebú no tendría barba- le contesté yo..."

"En estado de ausencia se definen las imágenes que suelen romper mi frente y entrar en mi cabeza, sin aliento de esperanza queda ya mi corazón al oír los susurros de una realidad para mí desoconocida. Y me pierdo y te encuentro, y pierdo y gano, pero nunca juego. Y que por más que me prohíban jugar, seguiré yendo a las Vegas, me compraré una cerveza y me fumaré un cigarro, y al caer la noche me iré al desierto..."

Esperando a que algo se deje acabar. :)

martes, 5 de mayo de 2009

Pues el otro día...




... resulta que me desperté en mitad de la noche. El problema es que no desperté en ninguna de las camas en las que acostumbro a despertarme. Aquella cama no la reconocía, y menos aun, la habitación. Era una habitación toda de madera, con grandes ventanales en las paredes a los lados de la cama y una puerta en la pared de enfrente. Podía ver todo perfectamente por la intensa luz de la Luna que entraba por uno de los ventanales, así pues, me levanté y me dirigí al ventanal. Me encontraba en un piso elevado, en un edificio en mitad de una pequeña isla, y justo delante de mí, el mar y una inmensa Luna que flotaba en el agua, y lo digo así, porque la Luna que podía ver era tan grande y estaba tan sumergida en el agua, que así lo parecía. Tan grande era que sentía que estaba de cerca, de verdad flotando en el agua. Cuando veo una luna tan grande, no puedo evitar lanzarle algo así que arranqué un pomo de la cama y lo lancé con todas mis fuerzas. Cuando le das a la luna con algo, la curiosidad se multiplica de formas desconocidas, así que del edfició que me bajé, las palmeras atravesé y a la playa llegué.
El reflejo en el agua presentaba lo oscuro del cielo, y un reflejo grisáceo de la luna. Sin más me metí al agua y comencé a nadar en dirección a la Luna.
Quizás, cuando llegué a la donde la Luna flotaba, debió sorprenderme el hecho de que estuviera allí flotando, o quizás el hecho de que pese a tener una capa dura que hace las veces de suelo, por algún agujero pude ver que la Luna está rellena de queso, y no de cualquier queso, de queso Philadephia, lo que me sorprendió de veras, fue que hubiera una cuerda para trepar por ella.
Tras trepar varios metros, cuando pude caminar sobre la superficie, me encontré con un enano. Un enano enfundado en un traje verde que me dijo:
-¿Tú eres el que viene a ver a la hermosa dama?
A lo que contesté:
-¿Tú no?
Y el con ceño fruncido me dijo:
-No, jamás he sido capaz de atreverme. Dicha dama, vive en una rosa blanca que encontrarás si sigues caminando. Y aunque jamás la ví, dicen que es la más bonita del universo, y además si puedes decirle de qué color son sus ojos, te jura amor eterno.
A mí que me llamó mucho la atención el caso, me dirigí ni corto ni perezoso a la gran rosa blanca, atravesé los pétalos y guiado por mi olfato, la encontré.
Estaba de espaldas, tenía un pelo muy oscuro, una piel muy pálida y las orejas de punta.
-¿Qué haces aquí?-exclamó.
-Vengo a decirte de qué color son tus ojos-repliqué.
-Espero que sepas que no puedes mirarme a la cara.
A lo que no supe que responder, y ella continuó:
-Imagino que al llegar aquí, te habrás encontrado con un enano, que te habrá enviado hasta mí. Dicho enano, puso una maldición sobre mí y si miras mi rostro, te transformas de inmediato en un queso gruyer.¿Sigues queriendo decirme de qué color son mis ojos?
A lo que yo, que ardía en deseos de verle el rostro y lleno del ingenio que me caracterizaba le contesté:
-Me arriesgaré, y te diré pues, que si tus cabellos son oscuros como el cielo, tu piel pálida como el suelo donde estamos y tu vestido blanco como la rosa, tus ojos deben de ser, por ende, grisáceos como el reflejo de la luna en el mar.
Los pétalos de la rosa se cayeron, y quedándonos al descubierto, la dama se giró, y efectivamente era hermosa, tan hermosa que dolía. Y de entre sus deliciosos labios salió lo siguiente:
-Te agradezco que me hayas librado de mi maldición, pero el enano no sólo te engañó sobre mi maldición, pues seguramente te dijo que yo te juraría amor eterno, pero eso es algo que yo jamás haré.
Me dió un beso en la mejilla y se marchó.

Dedicado a quien está descubriendo la noche.

domingo, 3 de mayo de 2009

Día 1: El músico y las nubes

"Siempre he pensado, que la diferencia entre este lugar, y cualquier otro es el atardecer. Cuando el sol se esconde tras una mágica montaña, que todos los años me llama, se despliega ante los ojos un auténtico y total espectáculo. El color del cielo, las nubes doradas y nada más en el horizonte que una pequeña línea irregular. Y esto se puede ver desde cualquier lugar de la ciudad, y esto es, sin duda alguna, lo especial de mi ciudad, la que tantos odian.
Sin embargo, ayer, y es lo que hoy no me deja vivir, no hubo atardecer. No hubo atardecer para mí. Y es que resulta, que en el preciso momento en el que el sol, tocó el horizonte, algo entró en mi cabeza." -M.O.

Día 1: El señor de la capa gris

"Se me ocurre que, la mente debe ser como una botella, y el volátil líquido contenido en ella, las ideas. Me ocurre en ocasiones como a todo mortal, imagino, que dicha botella se encuentra herméticamente cerrada por un tapón y uno, no sabiendo cómo abrirla, sólo puede conformarse con el hecho de contemplar su contenido a través del transparente recipiente. Ocurre también, que en ocasiones, dicho recipiente se vuelve opaco,y el individuo sólo puede sospesar el tamaño peso del líquido y sin saber de qué se trata, forzar el corcho para averiguarlo.
Exactamente, en el último de los casos me encontraba yo en aquellos días, en los que mi barba no dejaba de crecer, y adquirir un tono pálido, e infinitos surcos y pliegues habían comenzado a recorrer mi cara, surgidos de la nada, como por arte de magia. En definitiva, había envejecido, envejecido tanto en unos días que no era capaz de reconocer nada más en mi reflejo, que el color de mis ojos, y era gracias a aquello que podía reconocer que era la misma persona que había sido.
Aquel envejecimiento prematuro, no era más que el resultado de forzar la metafórica botella de la que les había hablado." -H.G.

domingo, 29 de marzo de 2009

Despertar

Creo que te conozco. Me he perdido en el reflejo de la luna en tus ojos y he visto tu delicada piel tostarse al sol. He visto tus suaves y delicadas manos danzar en el aire al ritmo que marcaban tus palabras, que son como un elixir que no conoce puertas dentro de mí. Mi corazón ha pedido a gritos rendición cuando nos sorprendió tu sonrisa, y es él quien escribe, pues mi mente gusta de otros juegos. Y además, creo que te conozco. Te destapaste y mi fantasía puso el resto. Y en estos momentos no puedo sentir nada más, que un intenso deseo.
Pero tú no me conoces.
Y aun así exijo tu pecho como territorio de mi recreo.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Dejémoslo claro



Dejémoslo claro y pongámonos elegantes. Que dos cuerpos no pueden hallarse en un pequeño espacio sin que uno sienta y el otro se ausenta, o más bien no deben, pueden. Y en el microsegundo ajeno al continuo del espacio, y del tiempo, en el que ese calor, el fuego irreal que va de cuerpo a cuerpo y que sólo es sentido por uno de ellos, rechazan finalmente los individuos cualquier tipo de conexión y se pierden en palabrería que no lleva más que a un lago.

And when the pictures are shown, the lights are out, and in the dark, for a while now, you find yourself two guns, load them with just two shots and let the barrels spin. And pray for god that when they stop, might them be there.

Y es que, vamos a ver, veamos y analicemos, y pensemos y estudiemos el caso. Que uno ya no puede ni hablar mal, joder.

Y qué puedo hacer, si no puedo escribir mientras aún siento tu sabor (olor).

PD: Disculpe el ausente público por la basta escritura y el sindiós.

lunes, 9 de marzo de 2009

Lecciones de sueño

"Lo que hay que hacer, es tumbarse en una bonita cala, una que conozco, sobre las piedras y concentrarse en los sonidos, en el murmullo del mar, el ruido del pueblo a lo lejos y algún animal. Hay que oler, oler los árboles y el mar. Cogerme el dedo meñique de la mano,y entonces abrir los ojos para mirar. Si tus estrellas no están en el cielo, cierra los ojos, sueña y cuando despiertes, la luna las habrá recogido para tí".

Extracto de: "Dormir, hecho profesión" por una persona experta.

domingo, 8 de marzo de 2009

No pisen las nubes

Hoy les iba a hablar de mi pasión por las montañas, de mi amor desenfrenado por el Cid,y las relaciones que uno puede encontrar entre subirlo y lo que la gente llama vida.
Pero un extraña sucesión de acontecimientos me ha llevado a hablarles de las nubes. Y es que un día probé a caminar sobre ellas, mejor dicho entre ellas. Y la sensación fue espectacular. Aquella primera vez, fue una nube con olor a vainilla la que se ocupó de que mis pulmones levantaran al corazón y le animaran a cantar. Poco duró aquella nube en mi paseo, pero siempre ha ido y ha venido.
Desde entonces, me he encontrado de todo, hasta una tormenta que casi me mata y de la que costó salir.
El problema es que he vuelto a jugar con la nube de vainilla, y de repente me entraron temores de que una tormenta volviera no me di cuenta, no lo vi venir, que bajo mí las nubes no me sujetaban, y que caí sin paracaídas. Y que caí en un desierto. Y en los desiertos, te pierdes.

viernes, 27 de febrero de 2009

Threesome

Tal y como indica el título, esta, es la historia de un trío. Yo siempre he visto los tríos como triángulos, y en este caso, el vértice superior era el señor destino.
Destino se encontraba perdido y acabado, pues la última persona a la que había amado, y que en su caso era la única, le había abandonado por otro dios de calzones apretados. Destino decidió suplir su tristeza con horas de trabajo, y a ello se dedicó.
Pasó un buen tiempo hurgando entre los diferentes humanos, y encontró dos sujetos, un hombre y una mujer, que "debían ser unidos por el Destino". Destino estaba dispuesto hasta saltarse las normas más primarias, por ejecutar un trabajo más difícil, más interesante, y es que, estos dos pobres desgraciados iban a ser unos amantes tan perfectos, que las leyes del universo establecían, que jamás se conocerían. Y en el caso de que se conocieran, sucederían las suficientes cosas, para que no pensaran en una relación juntos. Y era esto lo que más fastidiaba a Destino pues, no era sólo sus ganas de hacer un trabajo más difícil, era su fracaso en el amor, proyectado a su trabajo y su odio en aquel momento a las leyes universales.
Destino hizo llamar a dos seres de su mundo, Ilón y Laver, seres que en nuestro mundo no se veían, aunque sí desprendían un olor muy particular.
Ilón fue asignado a la chica y Laver al chico. Ilón gustaba de doler a Laver, y Laver se dejaba hacer, así que obtuvo el trabajo difícil. Dado que su objetivo era juntarlos, Ilón simplemente acompañaría a la chica y Laver se esforzaría en llevar al chico a donde Ilón dijese.



A las 7 de la mañana de un día cualquiera, Mónica sintió un olor muy extraño en el metro y dos paradas más tarde, un chico casi era pillado por la puerta del metro, quedándose fuera finalmente.
Mónica olió algo familiar un sábado a las 12 del mediodía mientras compraba un helado en el centro. A las 12:05 se oyó un frenazo y un chico casi era atropellado.
Una vez había encontrado un buen libro Mónica sintió aquel extraño olor, con tan mala suerte, de ir pensando en el mismo y no ver a un chico al que le dió un golpe con la puerta al salir, y que agachado, sujetándose la nariz con una mano y con otra el libro que a ella le calló, mirando al suelo, rechazó su ayuda, afirmando encontrarse bien.
Eran las 6 de la tarde cuando Mónica sintió el olor que le atormentaba, mientras salía del trabajo y se cruzaba con un grupo de gente que atendía a un muchacho desmayado en el suelo.


La semana de Jorge, había sido una increíble mierda, una auténtica y grandiosa mierda. Casi le arranca un brazo el metro, casi lo atropellan, le habían reventado la nariz con una puerta, y como había llegado toda la semana tarde a su mierda de trabajo, el lunes le despidieron, se le fue la mano en el bar, y acabó desmayado en el suelo. Y por si fuera poco, llevaba toda la semana oliendo a mierda.


Laver era inútil e Ilón era vago, así que Destino los destituyó y bajó a hacer el trabajo bien, de una vez por todas. Laver casi mata al pobre chico con sus malos arreglos, pero Destino que tenía algo más de poder en nuestro mundo, esperaba hacer las cosas mejor.

Jorge se levantó con muchas energías, pese a que debía tener resaca. Sobre una silla en su habitación, vió su ropa favorita y decidió ponérsela para pasear. Hacía un día espléndido y se sentía extrañamente bien y feliz, pese a su desgracia y su enorme tirita en la nariz. De camino al parque encontró un ramo de margaritas en perfecto estado en el suelo y sin más decidió cogerlo. Y se sentó en un banco, cerca de donde se desmayó, para reírse de su desgracia, al sol, con sus margaritas.

Mónica se sentía feliz. No tenía ganas de trabajar, y hoy no debía hacerlo, ya que por raro que fuese, habían encontrado una plaga en su lugar de trabajo, de unos bichos muy extraños. Así que no podrían entrar a la oficina hoy. De vuelta a casa decidió sentarse a leer su nuevo libro en el parque, en su banco favorito. Curiosamente había un chico con sus flores favoritas en el mismo, esto le hizo gracia, y se sentó igual, para sacar su libro.

Él miró el libro y ella su nariz rota.

Laver había perdido hasta el ramo que Destino le había encargado. Destino bajó al mundo decidido a buscar a Jorge, siendo su sorpresa encontrarlo, a la vez que al ramo y a Mónica. Mónica y Jorge fundidos en un largo beso.

Destino lloró de alegría. Laver fue felicitado. Las leyes del universo se jodieron.

Y ella le preguntó: "¿Crees en el destino?"
Él sonrió.

miércoles, 25 de febrero de 2009

Un artículo revelador

"A las 8:14 Alfredo Alcornoque leyó el artículo una mañana mientras tomaba su café, vestido de traje en aquel bar. El artículo trataba de un revelador descubrimiento, las personas que duermen tapándose la mano con la cara, tienen el pezón izquierdo de un tamaño mayor que el derecho. Alfredo se lo creyó, o mas bien, pensó que habían argumentos, pruebas suficientes con grupos de control, y números, muchos números, ¿a quién no le conquista una estadística bien manipulada? Además, pensó, que nadie se atrevería a mentir sobre ello.
Alfredo Alcornoque se fue a trabajar, y trabajó, pero a las 10:13 el artículo se hizo heredero de su mente y pedía la abdicación del resto de pensamientos. El rayo que súbitamente le cruzó la mente fue angustioso, ¿dormía con la mano sobre la cara? Jamás se lo había preguntado, jamás se había fijado.
A las 18:12, nuestro amigo continuaba angustiado, desesperado por saber si dormía con la mano sobre la cabeza, que a las 20:11 abandonaba su rutina habitual para ir a casa y forzar el sueño. Su temor acrecentado de ser uno de los pobres hombres que cubrían su cara con la mano, provocó que a las 23:10 estuviera en la cama con su pijama y su gorro, y el cansancio que le había regalado la angustia del todo el día le hizo entregarse al más profundo sueño.
Despertó a las 00:09 con la horrorosa sorpresa de su mano, que le cubría la cara. Su mundo dio un vuelco, y su inquietante curiosidad por conocer el tamaño de sus pezones invitó al insomnio a su cama.
Se levantó de ella corriendo a las 6:08 para medirse los pezones. Alfredo, que era un hombre meticuloso, realizó 100 medidas con pie de rey del diámetro de cada uno de sus pezones. En 99 de las 100 medidas, su pezón derecho demostró ser mayor que el izquierdo. En una de ellas, el pezón izquierdo superaba al derecho.
Para Alfredo tuvieron que pasar muchos días, que fueron meses finalmente, para poder superar el hecho existente, de que su pezón izquierdo podría ser mayor que el derecho. Y en ello tuvo sus días, en superar la angustia que ello le producía".

Extracto de "La vida normal de Alfredo Alcornoque Pérez"

domingo, 22 de febrero de 2009

Laberinto II

En una de las noches que uno pasa en perdido, en una esquina del laberinto, mirando la estrellas, la cabeza puede dar más de mil vueltas y pensar cosas que a uno no se le ocurrirían en cien años de no verse en una situación como esta. En una de esas noches, pensé en que quizás, podría ser, que el laberinto cada vez fuera más grande, que alguien estuviera dedicándose a ampliarlo. Sin embargo otro pensamiento vino a rescatarme, y me dijo que si había alguien dispuesto a hacer tal cosa, podría que hubiera alguien dispuesto a sacarme, o que el propio ser que lo ampliara, se compadeciera de mí y me mostrara la salida.

viernes, 20 de febrero de 2009

Detective Otefer en el caso de la mujer X III

"La muy puta, de verdad, lo era, tenía la voz más dulce del mundo, y antes de que un diabético muera por la versión de mi relato, aunque su nariz me nublara la vista, de verdad, era una mujer perfecta a simple vista. Sus carnosos labios vibraban al compás de lo que me decía. Por lo visto, la mujer aseguraba ser una detective, además de un poco zorra, pero eso no lo decía, y se encontraba inmersa en un caso del que era incapaz de salir. Ella aseguraba que había resuelto todo caso, y yo imaginaba que el tamaño de sus pechos le había ayudado en todos ellos, porque si yo tuviera unos como esos, habría tenido que dar la mitad de ostias que he tenido que dar.
Lamentando mi obsesión por su cuerpo, les explicaré el caso en cuestión. Se trataba de una muerte de un pobre rico y digo lo de pobre, porque está muerto y alguien ya se había encargado de sus posesiones. Lo habían encontrado en una alfombra de su pequeña mansión, en la que necesitaría un mapa para encontrar el baño, boca abajo, y con una copa de vino rota en su mano, sangre emanando de su cabeza y el cuerpo enfundado en pijama y bata, de rico, claro.
En un intento por aumentar mi tamaño como hombre, y de calmarla, pues sus pómulos se habían sonrojado por momentos, le aseguré que le ayudaría, pero que debía calmarse, y contarme todo al detalle. Ella alargó sus delicados dedos ofreciéndome una carpeta, con un informe y numerosas fotos. Entre los documentos se encontraba la transcripción policial de la escena del crimen, en el momento de la inspección. La leí detenidamente."

Continuará

miércoles, 18 de febrero de 2009

Laberinto



Deduzco que ustedes vieron un laberinto alguna vez, o saben lo que es. Los hay de muchos tipos, laberintos de setos, laberintos a lápiz o laberintos de la mente. Supongo que ustedes sabrán que hay muchos más, pero como a uno no le gusta dudar de los que amablemente leen, deduzco que también sabrán que soy un poco vago y no diré más tipos, porque el último es el que me vale. Sin embargo, no pierdan de vista el primero que es el que emplearé para hablarles aunque siempre me gustaron los de lápiz cuando eran pequeños y tengan en cuenta de lo que realmente hablo es de los últimos. No esperarían que algo de título laberinto fuera sencillo de leer.
La cosa es que me encuentro inmerso en uno,de los últimos, pero hablaré del primero. De repente un día, sin más, sin pensarlo, en esos momentos que harías cualquier cosa, cruce las puertas de aquel laberinto de setos. La entrada la presidían dos columnas de mármol puro, coronadas por unas esferas relucientes de color blanco. Una vez inmerso en él, todo verde ante mi mirada, y bajo mis pies tierra rojiza. Esa tierra, ha recogido mis lágrimas en los momentos de llanto, para convertirla en barro, los setos, han sido pasto de mi ira, en los momentos de ira, pero la esquiva salida se pierde entre ellos. Dicha ira no es por encontrar la salida, estoy extrañamente paciente en mi laberinto, sin prisa por encontrar el camino fuera.
El otro día encontré una placa en uno de los setos. En la placa rezaba: "Apresúrate viajero o el laberinto te vaciará por dentro".
Al que me conozca y al que no, esto me inquietó y ahora busco la salida sin descanso. Si alguien es tan amable de venir a buscarme, se lo agradeceré eternamente.








Y ahora estimado público, un poema que no viene al caso, pero que me apetece escribir:

"Perdido en el laberinto,
el laberinto de tus dedos,
dedos que provocan
y labios que asustan,
esos ojos que me atrapan
ese cuerpo que me enamora".

lunes, 2 de febrero de 2009

Una noche más...




Una noche más, estudiando, a la luz del flexo, con los auriculares escuchando música. De repente, la música cesa lentamente, mientras la luz irradiada por el flexo disminuye. La cinta de la persiana se rompe, cae de golpe, y, en la oscuridad que se ve ahora sumida la habitación, se abre la puerta con fuerza, con un estruendo. Al otro lado una luz muy potente dibuja una figura encapuchada, a la que no puedo ver la car,a y de cuyas ropas emana viento y un olor hasta ahora para mí desconocidos. La figura se acerca lentamente hacia mí, alza su mano y me da la colleja más certera que me hayan dado nunca.

domingo, 25 de enero de 2009

Y hasta aquí...

...la función. Se ha cerrado el telón y me han aplaudido.Pero el eco del aplauso no es suficiente para liberarme de la angustia del telón cerrado, y de la oscuridad que hace entrar en escena al foso tras el escenario, donde me guardan hasta la próxima actuación y donde me devano los sesos y deshilo el alma esperando volver a actuar, sabiendo que quizás era la última vez que se abría al telón para dejarme llevar.

sábado, 24 de enero de 2009

La traición de la noche


La noche está aquí otra vez, y no sabe como explicarse, o eso creo, no ha abierto la boca desde que se ha sentado ahí, a mi lado. Y no sé si le habré hecho algo, y de verdad espero que sea algo que haya hecho yo y pueda arreglarlo. Pero es una terca, y no me habla. No me dice ni pío. Si no ha sido nada que haya hecho yo, es un poco casquivana. Me prometió mucho, demasiado, y lo estaba cumpliendo con creces. Noches de suerte y claridad. Sinceridad y diversión. Y la tranquilidad que necesitaba. Cada vez que venía me fundía en un abrazo con ella y no la dejaba ni por mis sueños hasta muy tarde. Pero se ha revelado y no sé que hacer, espero que sólo tenga una mala "temporada" y que no sea una mala "época". Aunque el tonto creo ser yo, mis sueños tampoco me hacen caso desde hace tiempo y cuando se pasan, ni te enteras de ellos. Espero que quiera hacer las paces conmigo. La próxima noche lo intentaré.

La foto: Un pequeñito comentario al respecto de la foto. La hizo mi compañero de piso Carlos con el trípode que le regaló su señora y ya le advertí que me gustaba, por eso no creo que le importe que se la robe. ¡Visitad su Blog! Me gusta porque es de larga exposición y es algo que me puede. Y porque os puede hacer ver el "World in my eyes", el pequeño lugar de Valencia donde paso parte de mi vida. Y sobre todo, porque si os habéis fijado en que tiene un color especial, es el color que tiene Valencia por las noches. Seguro que al final la echaré de menos. Porque el cielo es igual en todos los sitios, y al tiempo no le importa el espacio, qué descarado.

¡Buenas Noches!

miércoles, 14 de enero de 2009

Detective Otefer en el caso de la mujer X II

"La primera vez que la vi, me volví loco. A uno le gusta follar, como a todo tío debajo de una gabardina, pero esta vez no me volví loco por aquello. Esta vez fue su nariz, aquella dichosa nariz, que me hizo sentirme como una quinceañera. Sé que tengo demasiado pelo en el pecho como para querer parecer romántico, pero hubo una vez que mi corazón fue rojo y aquella vez se enamoró de esa nariz. Al pedazo de mujer que iba detrás de la nariz tampoco le quité el ojo de encima, claro está. Pero voy a contarles como llegué a verla por primera vez. Soy cojonudamente bueno en lo mío, y alguien se lo debió haber contado para que entrara aquella mañana en mi despacho, con tacones, medias de rejilla, una gabardina y un sombrero. Se sentó, a punto de dispararme un botón por la presión de sus pechos, y yo, sin apartar la mirada de su nariz, escuché su relato."

Continuará

Una sombra en la noche



Merano siempre viajaba de noche. La noche había ocupado un lugar importante siempre en su vida y a él le parecía siempre la mejor ocasión para sus largas travesías, mientras los demás dormían. Era un caballero del destino, algo con lo que nació, pero que desarrolló durante su vida, porque lo importante de un don, es usarlo y saber cómo. Pero, olvidándonos por el momento de sus inicios, hoy contaremos una de las primeras travesías de Merano y en la que falló en su deber.
Merano casi nunca cabalgaba, pero siempre iba con su caballo. Uno podría pasar horas describiendo sus armas, su arco y su espada, lo oscuro del bosque y los incesantes sonidos, pero todo ello, haría parecer a Merano un caballero normal, de los de castillo. Pero Merano no tenía castillo, y no era para nada normal, eso sí, era un caballero. Iremos por tanto a lo importante. Merano se encontró aquella noche con alguien, una dama de cabellos dorados que se descubrió ante él, primero por el olfato, por su extraño olor, para plantarse ante sus ojos y mostrar su belleza seguidamente. Ella sin embargo, prefirió no mirarlo mucho y seguir su camino.

Continuará