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martes, 9 de junio de 2009

Y un atardecer....

...en Junio, en uno de aquellos magníficos viajes, para los que mi madre no me trajo al mundo, que visité las playas del Mar de Saki, y me senté a los pies de uno de aquellos árboles que daba limones de chocolate a ver como el sol se hundía en sus aguas. Y mientras allí sentado me encontraba, una figura se acercó y decidí no mirar y seguir pensando en qué le habría llevado al sol a meterse en el mar. Cuando estuvo cerca, dejó en el suelo una cesta, una cesta llena de naranjas, y aquello fue lo único que vi, pues mientras aquel ser se sentaba junto a mí, yo volvía la mirada de las naranjas al sol. Poco tardó en abrir la boca y descubrir su voz de mujer, que con un arranque de indómita inteligencia decidió decir:
- No te preocupes, no se moja.
Y con una entera convicción por no quedarse en las puertas de mi mente y adentrarse en el manglar que forman mis pensamientos, continuó rompiendo el silencio:
-¿Qué te preocupa?
Y dudando, de que aquella persona hubiera adivinado con tal celeridad, que si viajo es para pensar, y si pienso es porque algo me preocupa, decidí contestarle:
-Me preocupan tus naranjas, y lo que dentro contienen, porque este árbol concede limones, pero por dentro están rellenos de chocolate.
-¿Por qué no pruebas una?
Seleccioné una del montón, y la mordí y al atravesar su piel, el intenso sabor del hierro, y un engranaje que de ella asomaba hizo que escupiera lo mordido.
-¿Y qué es lo que tu curiosidad- dijo- además de hacerte morder engranajes y chocolate, hizo que te preocupe?

Continuará...