viernes, 27 de febrero de 2009

Threesome

Tal y como indica el título, esta, es la historia de un trío. Yo siempre he visto los tríos como triángulos, y en este caso, el vértice superior era el señor destino.
Destino se encontraba perdido y acabado, pues la última persona a la que había amado, y que en su caso era la única, le había abandonado por otro dios de calzones apretados. Destino decidió suplir su tristeza con horas de trabajo, y a ello se dedicó.
Pasó un buen tiempo hurgando entre los diferentes humanos, y encontró dos sujetos, un hombre y una mujer, que "debían ser unidos por el Destino". Destino estaba dispuesto hasta saltarse las normas más primarias, por ejecutar un trabajo más difícil, más interesante, y es que, estos dos pobres desgraciados iban a ser unos amantes tan perfectos, que las leyes del universo establecían, que jamás se conocerían. Y en el caso de que se conocieran, sucederían las suficientes cosas, para que no pensaran en una relación juntos. Y era esto lo que más fastidiaba a Destino pues, no era sólo sus ganas de hacer un trabajo más difícil, era su fracaso en el amor, proyectado a su trabajo y su odio en aquel momento a las leyes universales.
Destino hizo llamar a dos seres de su mundo, Ilón y Laver, seres que en nuestro mundo no se veían, aunque sí desprendían un olor muy particular.
Ilón fue asignado a la chica y Laver al chico. Ilón gustaba de doler a Laver, y Laver se dejaba hacer, así que obtuvo el trabajo difícil. Dado que su objetivo era juntarlos, Ilón simplemente acompañaría a la chica y Laver se esforzaría en llevar al chico a donde Ilón dijese.



A las 7 de la mañana de un día cualquiera, Mónica sintió un olor muy extraño en el metro y dos paradas más tarde, un chico casi era pillado por la puerta del metro, quedándose fuera finalmente.
Mónica olió algo familiar un sábado a las 12 del mediodía mientras compraba un helado en el centro. A las 12:05 se oyó un frenazo y un chico casi era atropellado.
Una vez había encontrado un buen libro Mónica sintió aquel extraño olor, con tan mala suerte, de ir pensando en el mismo y no ver a un chico al que le dió un golpe con la puerta al salir, y que agachado, sujetándose la nariz con una mano y con otra el libro que a ella le calló, mirando al suelo, rechazó su ayuda, afirmando encontrarse bien.
Eran las 6 de la tarde cuando Mónica sintió el olor que le atormentaba, mientras salía del trabajo y se cruzaba con un grupo de gente que atendía a un muchacho desmayado en el suelo.


La semana de Jorge, había sido una increíble mierda, una auténtica y grandiosa mierda. Casi le arranca un brazo el metro, casi lo atropellan, le habían reventado la nariz con una puerta, y como había llegado toda la semana tarde a su mierda de trabajo, el lunes le despidieron, se le fue la mano en el bar, y acabó desmayado en el suelo. Y por si fuera poco, llevaba toda la semana oliendo a mierda.


Laver era inútil e Ilón era vago, así que Destino los destituyó y bajó a hacer el trabajo bien, de una vez por todas. Laver casi mata al pobre chico con sus malos arreglos, pero Destino que tenía algo más de poder en nuestro mundo, esperaba hacer las cosas mejor.

Jorge se levantó con muchas energías, pese a que debía tener resaca. Sobre una silla en su habitación, vió su ropa favorita y decidió ponérsela para pasear. Hacía un día espléndido y se sentía extrañamente bien y feliz, pese a su desgracia y su enorme tirita en la nariz. De camino al parque encontró un ramo de margaritas en perfecto estado en el suelo y sin más decidió cogerlo. Y se sentó en un banco, cerca de donde se desmayó, para reírse de su desgracia, al sol, con sus margaritas.

Mónica se sentía feliz. No tenía ganas de trabajar, y hoy no debía hacerlo, ya que por raro que fuese, habían encontrado una plaga en su lugar de trabajo, de unos bichos muy extraños. Así que no podrían entrar a la oficina hoy. De vuelta a casa decidió sentarse a leer su nuevo libro en el parque, en su banco favorito. Curiosamente había un chico con sus flores favoritas en el mismo, esto le hizo gracia, y se sentó igual, para sacar su libro.

Él miró el libro y ella su nariz rota.

Laver había perdido hasta el ramo que Destino le había encargado. Destino bajó al mundo decidido a buscar a Jorge, siendo su sorpresa encontrarlo, a la vez que al ramo y a Mónica. Mónica y Jorge fundidos en un largo beso.

Destino lloró de alegría. Laver fue felicitado. Las leyes del universo se jodieron.

Y ella le preguntó: "¿Crees en el destino?"
Él sonrió.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

:) Me he reído un poco. Te ha quedado bien la historia!!

Irene Bebop dijo...

soy tu única seguidora oficial eh???
((ESO SE MERECE COMENTARIO))
XD

Alegría dijo...

Hay una delgada línea que separa la casualidad del Destino...
Me ha encantado la historia es graciosa a la par de bonita, a partir de ahora voy a agudizar mi olfato.

P.D. Hey!! ya tiene otra seguidora oficial! ;-)