"La primera vez que la vi, me volví loco. A uno le gusta follar, como a todo tío debajo de una gabardina, pero esta vez no me volví loco por aquello. Esta vez fue su nariz, aquella dichosa nariz, que me hizo sentirme como una quinceañera. Sé que tengo demasiado pelo en el pecho como para querer parecer romántico, pero hubo una vez que mi corazón fue rojo y aquella vez se enamoró de esa nariz. Al pedazo de mujer que iba detrás de la nariz tampoco le quité el ojo de encima, claro está. Pero voy a contarles como llegué a verla por primera vez. Soy cojonudamente bueno en lo mío, y alguien se lo debió haber contado para que entrara aquella mañana en mi despacho, con tacones, medias de rejilla, una gabardina y un sombrero. Se sentó, a punto de dispararme un botón por la presión de sus pechos, y yo, sin apartar la mirada de su nariz, escuché su relato."
Continuará
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