jueves, 21 de mayo de 2009

Borradores

Les voy a confesar mis borradores, letras que no se continuarán, o que algún día se dignen a hacerlo. Espero que algo les guste. Disculpen la ausencia, mente de reformas.

"He vivido en una casa en la que siempre me ha rodeado el misticismo, cuando era pequeño me tomaban mucho mal de ojo, cómo se sabía y cómo se comprobaba..."

"Tengo las cosas de un caballero inglés, soy puntual, me gustan los bombines, me quedan de vicio los trajes y las corbatas y siempre llevo un paraguas cuando hace falta..."

"La princesa despertó entre sus sábanas de seda. El cielo azul contrastaba con el blanco de las calles en la mañana de diciembre. Su ventana daba a una plaza nevada donde la gente huía del frío como si les persiguiera. San Petersburgo no era un buen sitio para pasar el invierno y lo pasaba en gran parte en el claustro de aquella habitación. Habitacón que había sido testigo de aquellas largas tardes en las que se sentaba a leer junto a la chimenea, esperando a que algo como lo sucedido en sus libros, finalmente le ocurriera..."

"Oí una vez que cuando alguien nace en un sitio fuera de lo común, le deja una marca en su vida. Ya lo decía mi abuela, que aquello de que yo naciera en un tren, no me traería nada bueno. Y así fue, me paso la puta vida viajando y soy lo que se conoce como un "culo inquieto", y la idea de trabajar en un país donde todos fueran más bajos que yo, me sedujo desde el primer momento. Así que maleta en mano estaba en un tren de nuevo, como la primera vez que estuve en este mundo..."

"Me encanta la montaña. Incluso estoy enamorado de una y creo que me corresponde. Lo bueno de ella es no que nunca sabré si lo hace o no. Yo pensaré que sí, por lo bien que me siento cuando estoy en ella, y porque los árboles se estremecen a mi paso.
También me gustan las analogías y adoro no explicar cual es el segundo concepto en ellas.
Para mí existe una clara analogía con un segundo concepto, del que no voy a decir nada, con el subir a mi querida montaña..."

"Y fue en una de estas que, encontrándome yo tumbado en el Generalife, en una noche rasa y mirando a aquel palacio, donde los sultanes se recreaban, que apareció ella por una..."

"El destino le había abandonado, se sentía solo e iracundo y, no obstante, estaba obcecado con el seguir viviendo. Y era para los quince minutos que se dedicaba por lo que vivía. Quince minutos en los que permitía a su mente volar, y aterrizar suavemente en orillas blancas con atardeceres infinitos y palmeras que ofrecían sus cuerpos. Disfrutaba de aquellos momentos en el camino de vuelta a casa y lograr al mismo tiempo obviar al mundo. Dichos momentos se acabaron, la trágica tarde en que, buceando en sus pensamientos, se puso en el camino de alguien y ocurrió la desgracia.
-Discúlpeme señorita.
-Discúlpeme caballerito.
Aquellas desafíantes palabras envenenaron la flecha que fue su mirada, que inició un incendio en sus pupilas y que se extendió..."

"La lentitud del tiempo al pasar. El paciente tic tac del reloj, un gato maullando y el café hecho. La soledad en un rincón y tu ropa en mi cajón. Me abrazas y te abrazo, me miras y te miro y te huelo. El sol se asoma y el suelo está frío. Estamos descalzos y la torre se ve a lo lejos. Encantado de que me tengas..."

"Recuerdo que cuando viajaba con aquel maravilloso señor, sí aquel maravilloso señor que conocí en el metro, todo me sorprendía. Cuando lo conocí no lo ví, pero me senté a su lado, y él sí me vió. Y en mitad del trayecto entre estaciones, el metro se detuvo, la gente se paralizó y las luces se apagaron. Y sólo le ví a él que me dijo:
-¿Te bajas aquí conmigo?
Jamás señores, y se los digo de verdad, le he sabido decir que no a un señor con barba. Y aquel hombre tenía una, y bien larga. Cubría su cabeza con un sombrero de los que siempre me han gustado y vestía de una manera muy elegante, y con tonos oscuros. Su bastón tenía un cristal como empuñadura, y sus zapatos estaban tan lustrados que podía reflejarme en ellos.
Se levantó y le seguí. Nos bajamos del vagón y el metro se marchó, y el señor con un gesto de bastón creó una brecha en la pared que permitía el acceso a un túnel que parecía no tener fin.
-Espero que no pienses que soy Belcebú y que te llevo conmigo al infierno- dijo riéndose.
-Belcebú no tendría barba- le contesté yo..."

"En estado de ausencia se definen las imágenes que suelen romper mi frente y entrar en mi cabeza, sin aliento de esperanza queda ya mi corazón al oír los susurros de una realidad para mí desoconocida. Y me pierdo y te encuentro, y pierdo y gano, pero nunca juego. Y que por más que me prohíban jugar, seguiré yendo a las Vegas, me compraré una cerveza y me fumaré un cigarro, y al caer la noche me iré al desierto..."

Esperando a que algo se deje acabar. :)