domingo, 24 de mayo de 2009

Flores de otoño


Se quebrantan ramas en el interior, un bosque entero y, siento, un desasosiego, un viento, las hojas se caen. El otoño por dentro. Una flor se asoma, millones de hojas caídas y un riachuelo. En el riachuelo, un salmón, y en el salmón las ganas por remontar el río. Naranja, marrón y rojo. Me tumbo y espero. Todo tan horrible, todo tan hermoso, todo tan ruidoso, todo tan tranquilo. Tanta muerte y yo tan contento. Busco primaveras, y lo que de verdad quiero es no encontrarlas y que las hojas no crezcan y que las flores perezcan. Quiero quedarme tranquilo, quiero quitarme los zapatos, quiero quitarme el corazón y guardarlo en la corteza de aquel árbol. Deseo una sonrisa por dentro, nada por fuera, sentarme y no preocuparme, sentir las hojas con los pies, el viento con la cara y escuchar los latidos del corazón con eco.

jueves, 21 de mayo de 2009

Borradores

Les voy a confesar mis borradores, letras que no se continuarán, o que algún día se dignen a hacerlo. Espero que algo les guste. Disculpen la ausencia, mente de reformas.

"He vivido en una casa en la que siempre me ha rodeado el misticismo, cuando era pequeño me tomaban mucho mal de ojo, cómo se sabía y cómo se comprobaba..."

"Tengo las cosas de un caballero inglés, soy puntual, me gustan los bombines, me quedan de vicio los trajes y las corbatas y siempre llevo un paraguas cuando hace falta..."

"La princesa despertó entre sus sábanas de seda. El cielo azul contrastaba con el blanco de las calles en la mañana de diciembre. Su ventana daba a una plaza nevada donde la gente huía del frío como si les persiguiera. San Petersburgo no era un buen sitio para pasar el invierno y lo pasaba en gran parte en el claustro de aquella habitación. Habitacón que había sido testigo de aquellas largas tardes en las que se sentaba a leer junto a la chimenea, esperando a que algo como lo sucedido en sus libros, finalmente le ocurriera..."

"Oí una vez que cuando alguien nace en un sitio fuera de lo común, le deja una marca en su vida. Ya lo decía mi abuela, que aquello de que yo naciera en un tren, no me traería nada bueno. Y así fue, me paso la puta vida viajando y soy lo que se conoce como un "culo inquieto", y la idea de trabajar en un país donde todos fueran más bajos que yo, me sedujo desde el primer momento. Así que maleta en mano estaba en un tren de nuevo, como la primera vez que estuve en este mundo..."

"Me encanta la montaña. Incluso estoy enamorado de una y creo que me corresponde. Lo bueno de ella es no que nunca sabré si lo hace o no. Yo pensaré que sí, por lo bien que me siento cuando estoy en ella, y porque los árboles se estremecen a mi paso.
También me gustan las analogías y adoro no explicar cual es el segundo concepto en ellas.
Para mí existe una clara analogía con un segundo concepto, del que no voy a decir nada, con el subir a mi querida montaña..."

"Y fue en una de estas que, encontrándome yo tumbado en el Generalife, en una noche rasa y mirando a aquel palacio, donde los sultanes se recreaban, que apareció ella por una..."

"El destino le había abandonado, se sentía solo e iracundo y, no obstante, estaba obcecado con el seguir viviendo. Y era para los quince minutos que se dedicaba por lo que vivía. Quince minutos en los que permitía a su mente volar, y aterrizar suavemente en orillas blancas con atardeceres infinitos y palmeras que ofrecían sus cuerpos. Disfrutaba de aquellos momentos en el camino de vuelta a casa y lograr al mismo tiempo obviar al mundo. Dichos momentos se acabaron, la trágica tarde en que, buceando en sus pensamientos, se puso en el camino de alguien y ocurrió la desgracia.
-Discúlpeme señorita.
-Discúlpeme caballerito.
Aquellas desafíantes palabras envenenaron la flecha que fue su mirada, que inició un incendio en sus pupilas y que se extendió..."

"La lentitud del tiempo al pasar. El paciente tic tac del reloj, un gato maullando y el café hecho. La soledad en un rincón y tu ropa en mi cajón. Me abrazas y te abrazo, me miras y te miro y te huelo. El sol se asoma y el suelo está frío. Estamos descalzos y la torre se ve a lo lejos. Encantado de que me tengas..."

"Recuerdo que cuando viajaba con aquel maravilloso señor, sí aquel maravilloso señor que conocí en el metro, todo me sorprendía. Cuando lo conocí no lo ví, pero me senté a su lado, y él sí me vió. Y en mitad del trayecto entre estaciones, el metro se detuvo, la gente se paralizó y las luces se apagaron. Y sólo le ví a él que me dijo:
-¿Te bajas aquí conmigo?
Jamás señores, y se los digo de verdad, le he sabido decir que no a un señor con barba. Y aquel hombre tenía una, y bien larga. Cubría su cabeza con un sombrero de los que siempre me han gustado y vestía de una manera muy elegante, y con tonos oscuros. Su bastón tenía un cristal como empuñadura, y sus zapatos estaban tan lustrados que podía reflejarme en ellos.
Se levantó y le seguí. Nos bajamos del vagón y el metro se marchó, y el señor con un gesto de bastón creó una brecha en la pared que permitía el acceso a un túnel que parecía no tener fin.
-Espero que no pienses que soy Belcebú y que te llevo conmigo al infierno- dijo riéndose.
-Belcebú no tendría barba- le contesté yo..."

"En estado de ausencia se definen las imágenes que suelen romper mi frente y entrar en mi cabeza, sin aliento de esperanza queda ya mi corazón al oír los susurros de una realidad para mí desoconocida. Y me pierdo y te encuentro, y pierdo y gano, pero nunca juego. Y que por más que me prohíban jugar, seguiré yendo a las Vegas, me compraré una cerveza y me fumaré un cigarro, y al caer la noche me iré al desierto..."

Esperando a que algo se deje acabar. :)

martes, 5 de mayo de 2009

Pues el otro día...




... resulta que me desperté en mitad de la noche. El problema es que no desperté en ninguna de las camas en las que acostumbro a despertarme. Aquella cama no la reconocía, y menos aun, la habitación. Era una habitación toda de madera, con grandes ventanales en las paredes a los lados de la cama y una puerta en la pared de enfrente. Podía ver todo perfectamente por la intensa luz de la Luna que entraba por uno de los ventanales, así pues, me levanté y me dirigí al ventanal. Me encontraba en un piso elevado, en un edificio en mitad de una pequeña isla, y justo delante de mí, el mar y una inmensa Luna que flotaba en el agua, y lo digo así, porque la Luna que podía ver era tan grande y estaba tan sumergida en el agua, que así lo parecía. Tan grande era que sentía que estaba de cerca, de verdad flotando en el agua. Cuando veo una luna tan grande, no puedo evitar lanzarle algo así que arranqué un pomo de la cama y lo lancé con todas mis fuerzas. Cuando le das a la luna con algo, la curiosidad se multiplica de formas desconocidas, así que del edfició que me bajé, las palmeras atravesé y a la playa llegué.
El reflejo en el agua presentaba lo oscuro del cielo, y un reflejo grisáceo de la luna. Sin más me metí al agua y comencé a nadar en dirección a la Luna.
Quizás, cuando llegué a la donde la Luna flotaba, debió sorprenderme el hecho de que estuviera allí flotando, o quizás el hecho de que pese a tener una capa dura que hace las veces de suelo, por algún agujero pude ver que la Luna está rellena de queso, y no de cualquier queso, de queso Philadephia, lo que me sorprendió de veras, fue que hubiera una cuerda para trepar por ella.
Tras trepar varios metros, cuando pude caminar sobre la superficie, me encontré con un enano. Un enano enfundado en un traje verde que me dijo:
-¿Tú eres el que viene a ver a la hermosa dama?
A lo que contesté:
-¿Tú no?
Y el con ceño fruncido me dijo:
-No, jamás he sido capaz de atreverme. Dicha dama, vive en una rosa blanca que encontrarás si sigues caminando. Y aunque jamás la ví, dicen que es la más bonita del universo, y además si puedes decirle de qué color son sus ojos, te jura amor eterno.
A mí que me llamó mucho la atención el caso, me dirigí ni corto ni perezoso a la gran rosa blanca, atravesé los pétalos y guiado por mi olfato, la encontré.
Estaba de espaldas, tenía un pelo muy oscuro, una piel muy pálida y las orejas de punta.
-¿Qué haces aquí?-exclamó.
-Vengo a decirte de qué color son tus ojos-repliqué.
-Espero que sepas que no puedes mirarme a la cara.
A lo que no supe que responder, y ella continuó:
-Imagino que al llegar aquí, te habrás encontrado con un enano, que te habrá enviado hasta mí. Dicho enano, puso una maldición sobre mí y si miras mi rostro, te transformas de inmediato en un queso gruyer.¿Sigues queriendo decirme de qué color son mis ojos?
A lo que yo, que ardía en deseos de verle el rostro y lleno del ingenio que me caracterizaba le contesté:
-Me arriesgaré, y te diré pues, que si tus cabellos son oscuros como el cielo, tu piel pálida como el suelo donde estamos y tu vestido blanco como la rosa, tus ojos deben de ser, por ende, grisáceos como el reflejo de la luna en el mar.
Los pétalos de la rosa se cayeron, y quedándonos al descubierto, la dama se giró, y efectivamente era hermosa, tan hermosa que dolía. Y de entre sus deliciosos labios salió lo siguiente:
-Te agradezco que me hayas librado de mi maldición, pero el enano no sólo te engañó sobre mi maldición, pues seguramente te dijo que yo te juraría amor eterno, pero eso es algo que yo jamás haré.
Me dió un beso en la mejilla y se marchó.

Dedicado a quien está descubriendo la noche.

domingo, 3 de mayo de 2009

Día 1: El músico y las nubes

"Siempre he pensado, que la diferencia entre este lugar, y cualquier otro es el atardecer. Cuando el sol se esconde tras una mágica montaña, que todos los años me llama, se despliega ante los ojos un auténtico y total espectáculo. El color del cielo, las nubes doradas y nada más en el horizonte que una pequeña línea irregular. Y esto se puede ver desde cualquier lugar de la ciudad, y esto es, sin duda alguna, lo especial de mi ciudad, la que tantos odian.
Sin embargo, ayer, y es lo que hoy no me deja vivir, no hubo atardecer. No hubo atardecer para mí. Y es que resulta, que en el preciso momento en el que el sol, tocó el horizonte, algo entró en mi cabeza." -M.O.

Día 1: El señor de la capa gris

"Se me ocurre que, la mente debe ser como una botella, y el volátil líquido contenido en ella, las ideas. Me ocurre en ocasiones como a todo mortal, imagino, que dicha botella se encuentra herméticamente cerrada por un tapón y uno, no sabiendo cómo abrirla, sólo puede conformarse con el hecho de contemplar su contenido a través del transparente recipiente. Ocurre también, que en ocasiones, dicho recipiente se vuelve opaco,y el individuo sólo puede sospesar el tamaño peso del líquido y sin saber de qué se trata, forzar el corcho para averiguarlo.
Exactamente, en el último de los casos me encontraba yo en aquellos días, en los que mi barba no dejaba de crecer, y adquirir un tono pálido, e infinitos surcos y pliegues habían comenzado a recorrer mi cara, surgidos de la nada, como por arte de magia. En definitiva, había envejecido, envejecido tanto en unos días que no era capaz de reconocer nada más en mi reflejo, que el color de mis ojos, y era gracias a aquello que podía reconocer que era la misma persona que había sido.
Aquel envejecimiento prematuro, no era más que el resultado de forzar la metafórica botella de la que les había hablado." -H.G.